NO VALE TODO EN LA VIDA
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No Vale Todo en la Vida |
Los postres y aperitivos.
Este es otro post acerca del empleo. Acerca del trabajo que elegimos o el trabajo que nos elige. Aunque, bien pensado, creo que hablaré más de respeto que de trabajo. O del respeto en el trabajo.
Porque, lo cierto es que muchos reclutadores tienen la osadía de pedirte como aperitivo que hables cinco idiomas, que tengas más de dos carreras, no sé cuántos másteres de tu sector, por lo menos un doctorado. Y terminan de ponerte de postre unos diez años de experiencia.
Pero no les basta con que te hayan pedido todo eso. Además, creyéndose unos mini dioses se toman la libertad de tampoco tratarte con respeto.
Y entonces tú te dices: "Si esto es una pesadilla, que alguien me pellizque y haga el favor de despertarme". Y te preguntas: "¿Cómo es que me piden tantas cosas cuando ellos ni han aprendido un mínimo de decencia?"
Probablemente, este sería el momento en el que te sorprendes y yo te digo que esas cosas pasan y esa gente existe. Pero yo sé que no te estoy contando algo nuevo (¿o sí?).
En el fondo, estas peticiones y esta forma de tratar a los candidatos, no te están pareciendo del todo increíbles y, ¿sabes qué? Eso es lo increíble.
Quitarle glamour al post.
Ya sé que hacer disclaimer le quitará glamour a este post. Pero tengo que decir que existen reclutadores que merecen el cielo y yo los he conocido.
Quitarle glamour al post.
Ya sé que hacer disclaimer le quitará glamour a este post. Pero tengo que decir que existen reclutadores que merecen el cielo y yo los he conocido.
Aunque no de esos quiero hablar hoy. Quiero y voy a hablar de los otros, esos con los que tú y yo alguna vez nos hemos encontrado. Esos que son muy de su clase, porque hay personas y personas. Pero estos reclutadores son muy de su clase y tengo una anécdota que contar.
Si tú tienes la tuya escríbeme y cuéntame tu historia, tanto si te tocaron los que son muy de su clase como si solo han sido los que merecen el cielo.
Ya sabes que aquí tu servidora tiene que vivir. Si no lo sabes, pues ya te lo cuento yo, que estamos aquí para contarnos cosas. Cosas de la vida y cosas de las cosas.
Ya sabes que aquí tu servidora tiene que vivir. Si no lo sabes, pues ya te lo cuento yo, que estamos aquí para contarnos cosas. Cosas de la vida y cosas de las cosas.
Hace más o menos un año (si no me falla la memoria) yo tenía que encontrar trabajo. Buscaba en diferentes sectores y no solo para los que me había formado o tenía experiencia. Eso sí, lo que fuera que saliera sería temporal, ya que seguía estudiando...
Hice lo que se suele hacer en estos casos, buscar ofertas de trabajo y enviar mi currículum a las que me llamaban más la atención. Y así fue como me encontré con esta empresa de la que quiero hablar hoy.
Las ofertas de ensueño.
La oferta de trabajo era casi de ensueño. Te ofrecían muchas cosas bonitas y tenías la opción de volver a formarte en el sector, la remuneración también era atractiva.
Las ofertas de ensueño.
La oferta de trabajo era casi de ensueño. Te ofrecían muchas cosas bonitas y tenías la opción de volver a formarte en el sector, la remuneración también era atractiva.
Se trataba de una empresa del sector Real Estate, su actividad se relacionaba con la administración y gestión inmobiliaria. Vi la oferta y envíe mi currículum. Y bueno, me contactaron y me citaron para una entrevista.
Yo ya estaba muy contenta porque era algo atractivo (tanto por las posibilidades de crecimiento profesional como por el aspecto económico) y yo sabía que con un poco de ganas incluso podía entrar. Además, la empresa tenía su nombre y otras cosas que suelen quedar bien cuando se mencionan.
El día de la entrevista.
Llegó el día de la entrevista, se desarrollaría en la sede central de la empresa. Calculé para llegar entre cinco y diez minutos antes, pero al final fueron unos cinco minutos antes de la hora exacta.
Tan solo el diseño de las oficinas ya te decía algo acerca del estatus de la empresa. Todo muy vanguardista, modern style y tal, los detalles estructurales bien cuidados y demás.
Junto a mí estaban otros jóvenes y algunos un poco más mayores. De los más de ocho citados, solo tres éramos chicas. La recepcionista nos saludó y nos hizo tomar asiento.
Junto a mí estaban otros jóvenes y algunos un poco más mayores. De los más de ocho citados, solo tres éramos chicas. La recepcionista nos saludó y nos hizo tomar asiento.
Todos llegamos un poco antes, pero cuando dio la hora, el responsable de entrevistarnos ni siquiera estaba en el lugar. La recepcionista, una chica bastante joven, nos hizo saber que igual había habido algún malentendido.
Como tenían varios entrevistadores con varios grupos, parecía ser que se habían liado. Vaya, que quien tenía que entrevistarnos (que además sería el jefe de los que resultaran seleccionados), pensaba que tenía que hacerlo otro.
En fin, que el error es humano y tampoco quieres perder la paz por eso. Nos pidió esperar unos minutos y así aguardamos. El señor entrevistador llegó al cabo de unos diez. Saludó, recogió los currículums de la mesa de la recepcionista y se metió en su despacho un rato (supongo que los estaría revisando primero).
Llamó el primer nombre, era de una chica. La joven entró y salió como unos ocho o diez minutos después. A todo esto, decir que desde la sala se escuchaba algo de la conversación. No muy nítidamente pero cuando elevaban las voces se podía.
Llamó el siguiente nombre que también era de otra chica. La joven entró y aquí fue cuando las cosas ya empezaron a salirse de lo normal.
A veces, no alcanzabas a escuchar de qué hablaban. Otras veces escuchabas cosas y muchas otras se ponían a reír a carcajadas. Yo al principio pensé: habrá dicho alguno algo gracioso, ¿por qué ha de molestar que la gente se ría? Pasaron los diez minutos. Varios después en que no podíamos escuchar lo que decían, otros varios de más risas y después un tono de conversación que a mí personalmente me estaba dando vergüenza ajena.
Crucé la mirada con algunos de los presentes y noté la misma incomodidad en sus gestos.
Miré el reloj, otra vez. Vi que había pasado media hora y solo faltaba que nos pidieran una cama del despacho.
Miré el reloj, otra vez. Vi que había pasado media hora y solo faltaba que nos pidieran una cama del despacho.
Uno de los candidatos y yo nos levantamos y salimos casi sincronizados de la sala. Yo para mi casa. Y él , una vez fuera, me dijo que tenía otra entrevista y pensaba que merecía más la pena.
No todo vale en la vida.
Tanto al entrevistador como a la entrevistada parecía darles igual que estuviéramos esperando. Me preguntaba porqué no se habían citado en algún hotel de una vez, en lugar de hacernos perder el tiempo.
Me levanté y me fui, porque ya tenía cierta experiencia en diferentes sectores y ya sabía más o menos lo que solía pasar. Si un futuro jefe no te puede respetar ni se respeta en la entrevista, no puedes esperar maravillas cuando empieces a trabajar.
Otros candidatos se quedaron esperando, a pesar de la vergüenza ajena que sentíamos todos al escuchar el tono de la "entrevista". A saber si también abandonarían la sala después de nosotros.
Me levanté y me fui, pero no porque no me hiciera falta trabajar sino porque, para entonces, ya había aprendido que no me vale todo en la vida. Para ese reclutador nuestro tiempo no era importante y teníamos que aguantar su actitud irrespetuosa solo para conseguir un trabajo.
Cuando en muchos posts hablo de acercarme y acercarnos a gente buena, lo digo en serio. Tanto para lo personal como para lo profesional.
El impacto positivo que te genera encontrarte con gente buena, no hay dinero en sí mismo que lo iguale (a corto plazo suele ser difícil verlo).
Pienso que las personas tenemos un poder y muchos no somos conscientes del impacto que tienen en nuestras vidas las personas de las que decidimos rodearnos, un impacto que puede ser para bien y para mal. No todas las personas lo valen, no vale todo en la vida.
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