¿QUÉ TIPO DE JEFA QUIERO SER?
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¿Qué Tipo de Jefa Quiero Ser? |
Hablando de respeto.
Cuando yo era más chiquita pasé algunos años con uno de mis tíos. Él era una persona con un concepto de disciplina muy desarrollado y amante de hacer las cosas como toca. Intentó inculcarnos esos valores, pues, algunos de mis hermanos y yo pasamos un buen tiempo con él.
Ciertos chicos del barrio decían que era demasiado estricto y que eso daba miedo. Desde dentro, yo vivía y veía las cosas de forma diferente. Quiero decir, que nunca fue una persona a la que le tuviera miedo, pero sí era alguien a quien respetaba muchísimo. A quien respeto mucho.
Y esto del respeto es lo que me lleva al tema de hoy. Porque no es lo mismo tenerle miedo a una persona que respetarla. Eso me lo dijo un día mi tío. Y es que, en la práctica, la gente tiende a confundir estos conceptos.
Entre respeto y miedo.
Cuando respetas a alguien, haces lo que tienes que hacer, tanto si esa persona está como si no. Cumples, no porque temes sufrir alguna represalia si te descubre, sino porque sabes que es lo correcto.
Sobre todo, valoras la palabra que has dado, la promesa que has hecho, así como el deber o responsabilidad que tienes. Cuando tienes miedo solo cumples mientras quien te supervisa está presente y, en cuanto te da la espalda, haces lo que te viene en gana y procuras que no se entere (normalmente).
Yo veía que muchos chiquillos del barrio hacían lo anterior. Tenían en consideración a sus padres y tutores solo mientras estuvieran presentes y, una vez que salían de casa, ellos se portaban justo como sus tutores decían que no lo hicieran.
Es que estas cosas te hacen pensar. Mi tío conversaba mucho conmigo, me aconsejaba y siempre procuraba explicarme el por qué de las cosas. Me transmitía que confiaba mucho en mí. Y yo, por alguna razón, sentía y sabía que eso tenía que ser recíproco.
Las apariencias engañan.
De cara al exterior mi tío no parecía una persona que pudiera ponerse a charlar y razonar con un menor, pero lo hacía. Si las apariencias engañaban, las suyas en este sentido engañaban demasiado.
Con nosotros era más dado a dialogar de lo que la gente externa pudiera percibir. Y cómo no, creo que es el culpable del gran peso que le doy, a día de hoy, a la confianza en las relaciones.
Aprendí que no respetar tu palabra, tus promesas y peor aún, no saber ni querer hacerte responsable de las consecuencias de tus decisiones, trae más complicaciones que lo opuesto.
Cuando visita el jefe.
Me he acordado y relato todo esto porque una persona me estaba comentando que cuando recibieron una visita de su jefe, todos intentaron espabilar más en la empresa. Pero en la ausencia de este, las cosas no se hacían ni la mitad de bien.
Y bueno, ¿qué te voy a contar que no sepas? Hasta yo he trabajado en algunos sitios donde detectaba esta actitud y forma de llevar la fiesta. Pero no te voy a mentir, me suele hacer sentir bastante incómoda.
Yo sé que si vas a hacer algo, tienes que hacerlo porque es tu responsabilidad y tienes que hacerlo lo mejor que puedas siempre. No porque tienes a tu jefe/a vigilando o encima. Tienes que hacerlo bien porque es lo correcto.
Había aprendido que si no te gusta algo, hablas para ver si se puede solucionar y buscas cómo se puede mejorar. Pero no portarte mal porque no lo consigues, cuando ni siquiera lo has pedido ni has movido un dedo para solucionarlo.
Todo lo que esta persona me contaba, me ha llevado a plantear qué tipo de jefa me gustaría ser. Si es que algún día me tocara serlo. Por lo menos, lo que tengo claro es qué tipo de jefa no me gustaría ser. Y veo que no difiere mucho de lo que ya aplico en mis relaciones personales.
Mejor poder confiar.
Siempre prefiero contar con personas dispuesta a hacer las cosas como toca, tanto si estoy como si no estoy presente. Me gusta más la idea de saber que puedo confiar en ellas, que la idea de que quieran quedar bien en mi presencia y apuñalarme por la espalda.
Tal vez por eso me resulta más fácil tratar con gente que habla claro sobre lo que piensa y espera, para bien y para mal. La mala comunicación o la falta de la misma es la madre de muchos líos.
Eso sí, agradezco siempre las buenas formas. Pienso que se puede decir lo que uno piensa sin la necesidad de entrar en descalificaciones personales y faltas de respeto. O cosas de ese estilo.
Una cosa muy triste.
Me parece triste que la gente te tenga en consideración solo si estás presente. Definitivamente, no me gustaría ser ese tipo de jefa ni ese tipo de persona. Y a todo esto, hay que decir que la movida debe ser bidireccional.
A veces, algunos jefes dan más crédito y prefieren a los aduladores, castigando a quienes manifiestan algo contrario al eco de su propia voz. Desde luego, la gente lo lleva como puede. No obstante, no por eso deja de parecerme una forma muy triste de ser jefe. Es una cosa muy triste.
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