PRISIONES DORADAS
Escribirte era mi forma de cantarte con la pluma, pero tarde descubrí que ya no querías ser el motivo de mis sonrisas. Ni yo el de las tuyas.
Y me obligaste a huir.
Y cuando contigo yo quería volar, tú te empeñabas en arrancarme las plumas.
Y tal vez tenías razón,
quizás te atraparon unos labios que nunca fueron ni serán tuyos. Por eso quisiste liberarte y me envolviste en cadenas sin apuntar a la diana.
Y no, no elegiste bien.
Los hay que no han nacido para encajar en moldes ni vivir en cárceles de oro.
Y no, no quiero cadenas de cristal pero tampoco anhelo prisiones doradas.
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