¿A QUIÉN CULPAR? ¿AL VENDEDOR O A QUIEN LE COMPRA?
Prácticamente, te estaban vendiendo la posibilidad de espiar a tus contactos como lo más genial del mundo. Y lo curioso es que, si no lo reflexionabas muy bien, aquello hasta te lo podía parecer. De verdad, ¿cómo un mensaje que desde mi punto de vista era de lo más tóxico podía sonar tan bien?
No llegué a acceder al perfil de la app y ni siquiera me acuerdo del nombre, pero apostaría que tendría miles o millones de descargas. Y es esto lo que más me preocupa.
Ya no solo hay que lidiar con la eterna queja de que muchas empresas tecnológicas transgreden y atentan constantemente contra nuestra privacidad, ahora nos toca a nosotros traspasar los límites y violar la de aquellos que nos rodean.
Y mis preguntas son: ¿Es necesario llegar a esos extremos? ¿Cómo se han de defender aquellos que no quieren formar parte de este circo, pero pueden ser víctimas del mismo?
La sociedad futura.
Ya hablé en algunos posts y artículos sobre cómo veo yo la sociedad futura y sobre los riesgos del mundo online. Por desgracia, los riesgos de la sociedad futura se están manifestando más rápido de lo que me imaginaba.
A estas alturas, existen aplicaciones que nos han creado adicción y dependencia. Tal es el extremo de esto que, en muchos casos, cuesta imaginar nuestro día a día sin ellas.
En principio, disfrutar de los beneficios de una app no debería suponer un problema. Pero lo peor llega cuando esa app sirve para hacer más mal que bien. Por otro lado, está el hecho de que nos van poniendo condiciones más invasivas conforme va avanzando nuestro nivel de dependencia.
Quien se niega a ser parte, tiene que enfrentarse a la realidad de que después cuesta más ser funcional y empieza a plantearse si tal vez sería mejor ceder algo de tu privacidad a cambio de más comodidad. Total, ¿cómo lucha uno solo contra este gigante?
Más que sacrificar.
Como pasa siempre, empiezas cediendo un poco. Después te piden otro tanto y al final tienes que sacrificar más, y más, y más. Hasta que te quedas sin nada. Y goodbye privacidad, pero también libertad.
¿Se nos está yendo esto de las manos? ¿Surgirán pensadores, creativos e inversores que quieran ofrecernos alternativas que, aunque sean un negocio, también nos ofrezcan opciones más saludables?
Muchos grandes vendedores suelen decir: "Se puede vender todo, cualquier producto. El producto no es el problema sino el cómo lo vendes. En todo momento estamos vendiendo y quienes lo hacen bien te venden lo que sea".
Cuando llegamos a cuestiones como las que vengo comentando, alguien se empieza a preguntar: ¿A quién hay que reprochar en estos casos?, ¿solo al que vende o también a quien le compra?
4 comments
Desde la aparición de internet y de las grandes multinacionales, estas no quieren otra cosa que nuestros DATOS, cuando tengan millones unos matemáticos realizarán con ellos algoritmos que se los entregarán a unas máquinas y ya está, maquinas que saben lo mismo que nosotros, que nos pueden sustituir, que pueden llegar a pensar, de momento esto puede parecer utópico, pero no está muy lejos, de momento estamos dando nuestros datos por pequeñas cosas gratuitas que nos ofrecen como: libros, música, juegos, correo electrónico, redes sociales, en fin, hablas de espiar, ya lo hacen y lo hacemos en las redes sociales, somos tan tontos que ponemos ahí nuestra intimidad.
ResponderEliminarSaludos
Pues, ciertas cosas están pasando demasiado rápido. Si lo que hacen las empresas ya sabemos, la cuestión es si también queremos replicar esas acciones en nuestro entorno. Pero bueno, a ver hasta dónde llegamos.
EliminarSaludos Emilio :)
La lectura del libro de Yuval Noah Harari, "21 lecciones para el siglo XXI" trata mucho sobre este tema.
EliminarGracias Emilio, me lo apunto!
Eliminar❤YO TAMBIÉN TE LEO❤