¿ES TAN IMPORTANTE SER AMABLE?
Sé amable. Todos están luchando una batalla que no conoces.
Esa frase me ha llevado a pensar. Pues, a veces nos cuesta salir de nosotros mismos y ponernos en los zapatos ajenos, antes de actuar de cierta forma.
No es por excusar a la gente que se comporta mal (aunque alguna vez todos lo hacemos), pero he llegado a sospechar que detrás de muchos malos comportamientos y algunas faltas, se esconden guerras que los demás ignoramos. Luchas que otros desconocen.
Con ello quiero decir que no todo el mundo tiene la capacidad de ponerte una sonrisa cuando su mundo se viene abajo o está hecho pedazos. Tal vez por eso tampoco hay que subestimar a quien te trata con amabilidad o al que te regala algo que parece tan sencillo como una sonrisa.
Recuerdo que, harán ahora unos siete años, un comerciante de mi barrio de entonces me regaló un estuche que contenía varios perfumes, cremas y geles. Y quizás te estés preguntando a santo de qué. Bueno, te lo voy a contar.
Resulta que yo pasaba frente a su tienda cuando salía de la facultad por la tarde. Como me fijo mucho en las cosas, me llamó la atención que aquella tienda de recién apertura casi nunca tuviera clientes. Y, por eso, el dueño normalmente se ponía en la acera, en la entrada de su local.
Un día, pasando de nuevo frente a ese local decidí entrar y echarle un vistazo a los productos que vendía. Aquel día yo estaba especialmente contenta por razones que ahora no recuerdo y andaba toda sonriente. Tanto que se impregnó en la conversación que de inmediato entablé con el dueño, quien a su vez se había puesto igual de contento que yo, como si compartiera mi alegría.
Total, no pasó mucho antes de que empezara a entrar más gente en la tienda. Y en cuestión de minutos, aquello parecía casi un mercadillo. Juro que no miento. Cogí un pequeño abrigo, lo pagué y me fui.
En la tarde siguiente, cuando volvía a pasar frente a esa tienda, tras haber avanzado algunos metros escuché llamadas detrás de mí que decían "muchacha, muchacha". Me giré y vi que era el dueño de la tienda.
Me alcanzó y me entregó el gran estuche que he mencionado al principio. Obviamente, le pregunté por el motivo y él me contestó:
"En realidad llevo toda la mañana mirando a ver si pasabas por aquí. Ayer cuando entraste en la tienda, empezó a llegar más gente y vendí más de lo que había vendido en lo que lleva la tienda abierta. Te parecerá extraño, pero pensé que tu presencia me atrajo clientes y te lo quería agradecer".
En fin, la verdad es que flipé un poco. Pero no tanto por el regalo (que también, porque era hasta más caro que la chaqueta que me llevé el día anterior), sino por la forma en que él relacionó las cosas para llegar a esa conclusión.
Me sorprendió porque era un extraño quien me estaba identificando un patrón a la primera. Es decir, hacía mucho que yo misma venía notando aquello. Cuando entraba como clienta a un local vacío, de repente empezaba a llegar más gente.
Es algo que pese a notarlo, no daba demasiada importancia. No lo consideraba tan relevante porque mi mente aún trabajaba para encontrarle una explicación más racional. Y mi explicación racional vino con ese comerciante.
Llegué a la conclusión de que el estado anímico se contagia. Si tú entras en un local irradiando alegría y tratas bien a quien hay dentro, lo más probable es que el estado anímico de esa persona mejore.
Y cuando eso pasa, también impacta en la forma de trabajar y de tratar a sus clientes. Lo que voy a decir a continuación tal vez no sea muy lógico, pero creo que la energía también es algo que se percibe, consciente o inconscientemente. Y se atrae.
La frase que se me anda apareciendo últimamente me ha hecho recordar este suceso tan curioso de mi vida. Igual no se dé hoy tanta importancia a esto de tratar bien al prójimo, pero a veces una pequeña acción tiene más impacto del que pensamos. Para bien y para mal.
De hecho, regalarme aquel estuche fue un gesto amable. Algo que me hizo muy feliz también, con independencia de qué tan certeras fueran sus razones. Cada vez que miraba el estuche volvía a sonreír. Incluso recordarlo me pone contenta. De alguna manera, su gesto multiplicó mis sonrisas, ¿y quién no quiere tener razones para sonreír?
Si te interesa el tema, he publicado un vídeo en mi canal de YouTube relacionado: 15 claves para vivir mejor y tranquilo.
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