¿Qué le lleva a alguien a escribir un libro de poesía dedicado al emprendimiento?
¿Cuál podría ser el motivo de mezclar la poesía con los asuntos de los negocios?
Es lógico preguntarse esto, pues, estamos acostumbrados a considerar los negocios como algo de números fríos tan solo.
Pero nada está tan lleno de sentimientos, de corazón o, dicho de otro modo, nada es tan poético como el acto de emprender.
Emprender.
Emprender es ser ave fénix cada día. Es amanecer hoy y renacer de las cenizas del anterior día, acostumbrarse a los quebraderos de cabeza y a que los planes no siempre salgan como se espera.
Emprender es caminar sobre los cristales de la desesperanza, pero incluso entonces, echarle ganas. Emprender es saber llorar a solas y compartir las risas, cuando no quieres que todo se derrumbe más deprisa.
Emprender es olvidarse de las horas cuando todo empieza o, de plano, dejarse el reloj en casa.
Es intentarlo cada mañana y levantarse cada día como si no pasara nada. Emprender es resiliencia. Resiliencia en toda regla.
También cuentan.
No sé si los negocios necesitan más poesía o si la poesía necesita más negocio. Pero escribo este libro para que sirva en ambos casos, porque las matemáticas, en numerosas ocasiones, se expresan con las letras y las letras también cuentan, aunque lo digan con poesía.