Bruselas de perfección
Mi viaje a la ciudad que me acercó a la perfección.
Estefanía Mbá
Querido diario viajero, si tuviera que resumir mi viaje a Bruselas en una frase sería “aunque nada es perfecto, algunas cosas se acercan demasiado”.
Bruselas era uno de esos lugares que siempre había querido visitar, pero por la razón que sea, no terminaba de surgir. Hasta que por fin ha sido posible este mes de septiembre.
Recuerdo que me sucedieron algunas cosas curiosas antes del viaje. La última cliente que atendí en el trabajo el día anterior se llamaba Estefanía, como yo.
La piloto del vuelo de ida a Bruselas se llamaba como yo. La parada de Tranvía más cercana a nuestro hotel llevaba mi nombre, un hotel de la zona también y por si fuera poco, en el supermercado cercano había una bienvenida y despedida chula con mi nombre.
Al ver todo esto, mi acompañante me dijo: “Oye, parece que esta es tu ciudad”. Y yo creo que sí, porque si existe el amor a primera vista, creo que lo experimenté en Bruselas.
No había salido del aeropuerto y ya sabía que me gustaría la ciudad, a pesar de que echamos de menos que hubiese gente en los puestos de información y este detalle retrasara un poco todo.
No sé si el hecho de que llegáramos un domingo tendrá algo que ver. Pero la cuestión es que esta circunstancia de inminente estrés no nos agobió.
Al contrario, hicimos el viaje con cero planes y llegamos allí con la idea de ir improvisando y dejarnos sorprender. Y Bruselas fue un baño de sorpresas.
Llegamos al hotel medio agotadas, porque empezamos a visitar la ciudad antes del check-in. Pero también fue un acierto el alojamiento y estuvimos bien.
Querido diario viajero, no sé cómo empezar a describir todo, pero Bruselas nos pareció demasiado instagrameable. Para la gente que tiene redes como Instagram el contenido sería muy top.
La ciudad nos pareció demasiado bonita, limpia y ordenada. Y tuvimos la sensación de que se vivía más lento, sin gente estresada corriendo demasiado para llegar a cualquier parte, sino fluyendo con un aire más relajado.
Otra cosa que nos llamó mucho la atención es cómo tanta gente hablaba español y cómo notamos una interculturalidad fluida, gente de diferentes razas juntas armoniosamente. Vimos muchas parejas interraciales y la verdad nos sentimos muy a gusto en Bruselas.
Hacía muy buen tiempo durante nuestra estancia y solo el día de nuestra partida y la mañana del día anterior llovió un poco, pero fue precioso ver esa otra estampa también, esa otra cara.
No me voy de la ciudad sin la foto de un reloj. Recuerda: "El tiempo es relativo". Los días del viaje se nos pasaron volando, pero en el camino de vuelta a casa recibimos una llamada que hizo que cada minuto pareciera eterno.
Librería de referencia: En esta ocasión me compré la obra Influential de Amara Sage, en un quiosco del aeropuerto. Curiosamente, en las librerías de la ciudad no vi un libro que captara mi atención y estuviera en un idioma que comprendo.
Punto de gratitud: Church of Our Lady y otros, Bruges. Había que agradecer por todo antes de dejar la ciudad, como marca la tradición viajera.
¿Cuál será la siguiente parada?
Visitamos varias librerías y aunque me llevé algunos recuerdos de escritora, no compré libros en las mismas.
Es posible que mis palabras no sean suficientes para expresar todo lo bueno que ha pasado en este viaje, pero me ha hecho creer en las posibilidades y nuevos horizontes.
Querido diario viajero, tal vez estas no son fotos de revista, pero representan algunos de los momentos más icónicos que he vivido. Y yo quiero dejar este escrito, para que si alguna vez vuelvo a leerlo, me recuerde que la perfección se manifiesta de diferentes formas.
Querido diario viajero, visitamos todo lo visitable que pudimos en Bruselas dejándonos deleitar por su absoluta belleza. Hasta me sentí más bonita yo estando allí. Irradiamos una alegría…
Obviamente, fotografiamos todo: los edificios de película que recorren la ciudad, la naturaleza imponente, las galerías de chocolate, esculturas varias, bibliotecas y mucho más.
Querido diario viajero, en cuanto a los bruselenses, nos parecieron personas que sabían mantener los límites. Ni te apartaban ni invadían tu espacio. Obviamente, es mucho generalizar, pero fue nuestra percepción.
El mensaje del bar de la primera foto desde la izquierda dice: "La música es la respuesta, no la guerra". A la derecha el edificio del Museo de Instrumentos Musicales de Bruselas, que tiene más de 7000 instrumentos musicales de todos los tiempos.
Esos dos edificios están alejados, pero mientras escribo esto me doy cuenta de cómo el mensaje se entrega solo. ¿Acaso no es una bonita casualidad?
El mejor chocolate que he probado hasta ahora es el de Bruselas, compré un montón y tuve que parar porque me estaba pasando. Mientras escribo esto, querido diario viajero, solo me queda una caja.
Hicimos un recorrido a través del tiempo al visitar la Biblioteca Real de Bélgica.
No tengo fotos de todas, pero me pareció llamativo la de esculturas que hacen pis. En fin, curiosidades...
Como no podía ser de otra forma, hicimos la ruta de cómic, no toda, pero parte.
Aunque algunas imágenes que incluyo no forman parte de esa ruta como tal.
Pasamos una tarde alegre en el Planet Happiness. Toda una experiencia sensorial, espectacular y relajante. Fue maravilloso y me sentí un poco como volviendo a las sensaciones de la infancia coloreando. No recuerdo ni cuándo fue la última vez que lo hice.
Salimos de fiesta, visitamos varios establecimientos pero no era un día de fiesta en la ciudad, casi todo estaba cerrado.
Tras persistir en la búsqueda, dejamos atrás un sitio de relax y encontramos un lugar donde ponían Afrobeat y un poco de estilos que te obligan a mover el cuerpo y bailamos y bailamos y bailamos hasta que ya no podíamos dar más.
No tengo ni un solo vídeo o foto de esto, pero el recuerdo que nos quedó es demasiado bonito. Tampoco voy a negar que igual aparezca en los vídeos o fotos de alguien más.
Por lo visto, incluso en entornos propicios para disfrutar, la gente se centra más en grabar como si lo estuviera pasando bien que pasarlo bien realmente.
Que un par de fotitos o vídeos de recuerdo están bien, pero no entiendo cómo la gente se pasa con el móvil toda la noche en un lugar que no toca estar pendiente de él.
Bueno, en realidad solo tomé una foto y fue de un cuadro que vi cuando fui al baño del local. Porque yo encuentro señales en todas partes y esa era una señal.
Querido diario viajero, visitamos también la famosa Brujas de Bélgica, para mí es una ciudad con tanto encanto que solo te puedo recomendar explorarla. Es como estar en una película de época.
Por cierto, una casualidad demasiado casual fue encontrarme a un compañero de trabajo que también veraneaba por la zona.
No podía creer que hubiésemos acabado en el mismo sitio a la misma hora en un país extranjero, sin planearlo. ¿Qué probabilidades había?
¿Ya he dicho que Bruselas y Brujas me encantaron? No, me fascinaron.
Como era de esperar, hicimos nuestra parada de gratitud. Lugares había de sobra la verdad, pero fue en una esquina que nos pareció ideal para nuestro cometido.
El vuelo de vuelta a casa estuvo tranquilo y me calmó saber que si sucedía cualquier cosa, en el fondo sé que estoy viviendo sin dejar para mañana lo que me alcanza hacer hoy.
Estar a tanta altura también me dio tiempo a pensar en lo minúsculos que somos en el universo. Poca cosa.