Cansada de ser luchadora

Estefanía Mbá

Son exactamente las 01:55 am cuando empiezo a escribir esta voz, estoy en vela y es una buena hora para poner sobre el papel las ideas locas y desordenadas con las que se va topando mi mente.

Hace poco estaba eliminando libros de mi cesta de Amazon y ha sido entonces cuando he sentido algo raro al leer la descripción de una obra que la plataforma me ha sugerido.

Detesto abrir mi cuenta y ver cosas que ya no voy a pedir acumuladas en mi cesta, me produce una extraña sensación de desorden. La misma sensación que me da una bandeja de correo llena de spam, emails sin contestar o publicidad de cada forma moderna de estafa.

La razón que me hace vaciar la cesta de Amazon después de x compra es la misma que me lleva a ser lo más rápida posible respondiendo emails y limpiando spam.

Aunque digan que esto te vuelve menos interesante, en mi caso es priorizar mi salud mental y cuando llegas a cierta edad hay juegos que empiezan a aburrir. Al menos a mí me pasa.

Sentir que tengo desorden a mi alrededor, incluso en algo que parece banal como la cesta de Amazon hace que sienta toda mi vida desordenada. Profesionales pueden poner su diagnóstico.

Más perdida.

Dejar correos que puedo responder hoy (ahora) para mañana (después) hace que todo se me vuelva bola y ande más perdida que el gps de Google maps. Y no es que me sobre tiempo, al contrario. Sentir las cosas en orden me vuelve eficiente en todo lo demás, porque he notado que afecta mi actitud. Unos pasan el tiempo escroleando en Instagram y yo vaciando cestas de Amazon o bandejas de correo. Ahora que lo pienso, cada quien elige sus propias obligaciones.

¿Y por qué estaba contando esto?

Mientras limpiaba mi cesta de Amazon di con un libro sugerido cuya descripción aludía directa o indirectamente al acto de lucha. Cuando he leído la palabra “combatir” en cierto contexto, algo en mí ha sentido rechazo y me he puesto a pensar en la razón de dicha sensación. Y, mientras runruneaba mi mente, he decidido escribir las ideas.

He llegado a la conclusión de que las palabras que utilizamos tienen un poder y una carga que, a veces, nos pasan desapercibidos. De un tiempo para acá atributos como “luchadora” no son con los que me quiero identificar en según qué contextos (la mayoría) precisamente.

Muchas cosas que implican lucha conllevan renuncias y sacrificios que me he dado cuenta de que no quiero hacer, ya que, sencillamente, no merecen la pena.

Por lo tanto, tengo muy en cuenta en qué contexto alguien me quiere emparejar con este tipo de palabras. Si me voy a casar con algo que sea para mejor.

A día de hoy, hay luchas que estoy dispuesta a perder, incluso antes de comenzar. Y si tuviera que escoger prefiero estar del lado de las afortunadas. Ser parte de esas personas que no tienen que batallar por todo, pues la vida es y puede ser muy placentera cuando todo te sale bien o lo hace sin complicaciones la mayoría de las veces.

Mi cerebro y su suerte.

Leí alguna vez que nuestro cerebro no está preparado para ser feliz, que le es más fácil buscar lo negativo para estar en alerta, o algo así. Una predisposición genial para una escritora, como si esta actividad no sacara a flote suficientes movidas.

A mi cerebro le ha tocado la suerte de estar en mi cabeza, así que tendrá que olvidarse de las pajas mentales, ver fantasmas donde no los hay y dejarse de pendejadas negativas a toda costa. Sé que esta es una carrera de fondo y habrá que ir evaluando la evolución. Pues, como dice el dicho "Roma no se construyó en un día".