El coste de la fama
Estefanía Mbá
En esta noche en vela, recuerdo a varias personas quejarse, preguntar y escribir acerca de lo razonable y necesario (o no) que podría ser dejar de leer, escuchar o seguir a un personaje, siempre que su comportamiento no fuera el correcto ante los ojos de la sociedad.
Un comportamiento incorrecto, para entendernos, implica lo legal o moralmente criticable. Desde las muestras de mala educación hasta la comisión de un delito.
Expuestos al escrutinio público.
Hoy me he levantado pensando en la forma en que los personajes famosos, o sea, los artistas y sus obras están expuestos al escrutinio del ojo público. También he pensado en todas las implicaciones que aquello conlleva para ellos y para la sociedad.
En estos días, ser un personaje maleducado da pie a que se cuestione el reconocimiento de tu obra, con independencia de tu talento o mérito en ese ámbito. Yo interpreto esto como una parte misma de la evolución y un cambio de mentalidad de la sociedad.
Las obras de Picasso han recorrido mucho mundo y él era toda una celebridad, pero a muy pocos parecía interesarles el tipo de hombre o persona que fuera en la intimidad. A día de hoy sus obras siguen teniendo una gran consideración, gran impacto y repercusión.
Alguien debía bailar con la fea.
Cuando llego a este punto de observación, me doy cuenta de que a los artistas de hoy, como bien dice el dicho, les toca bailar con la fea. Es decir, tienen que lidiar con lo que yo llamo el conflicto entre la persona y el personaje.
Como artista, ya no solo se espera que pintes bien, cantes bien, bailes genial, hagas las mejores películas o escribas los mejores poemas. Además, tienes que tener un comportamiento intachable.
Hasta cierto punto es comprensible, porque a las personas nos mola mucho esto de mitificar a nuestros ídolos y ponerlos en pedestales de cristal.
Se nos puede caer el pedestal.
Pero como todo lo que es de cristal, el pedestal se nos puede caer y se puede romper. Y es que se suele romper. Y cuando se rompe, el conflicto entre el personaje y la persona pasa a ser un problema del fan o seguidora.
Para muchos, escuchar una letra que diga "te cuidaré y te amaré" empieza a ser una experiencia un tanto perturbadora si viene de un maltratador.
Romper el pedestal de cristal y poder separar a la persona del personaje es romper con el ideal de perfección. Un ejercicio duro, porque supone sacarnos del plano de la fantasía en el que buscamos o hemos encontrado refugio: las obras de los ídolos cuyas figuras hemos idealizado.
¿Elegir persona o personaje?
No recuerdo ahora dónde leí que a los jurados populares les costaba condenar a sus famosos y celebridades. Realmente, si se analiza esto, este conflicto podría ser algo más serio de lo que parece.
Algo que algunos optan por ignorar mientras otras personas prefieren resolver. Pero en ambos casos, hay que tomar partido y posicionarse a favor de la persona o del personaje.
Una vez dije que me gustaba una canción y alguien me preguntó: "¿Cómo te puede gustar su música si es un idiota?" Honestamente, creo que cada cual debe ser responsable de su grado de tolerancia.
No voy a dejar de apreciar una canción buena o un libro solo porque su autor/a parezca o sea una persona antipática, según los demás.
Aunque entiendo la actitud recelosa ante ese artista cuyo comportamiento nos disgusta, también tengo la sensación de que muchos sueños se van a romper y muchos pedestales se van a caer.
Más que nada, porque depositamos una enorme responsabilidad moral en personajes que son, en el fondo, personas.
Se caerán los pedestales porque, todo aquel que es de carne y hueso, por muy personaje público que sea, te decepcionará alguna vez. O es lo más probable.
Tienes que ser responsable de tus propias expectativas y saber que proyectarlas en otros no siempre será un buen plan.
A la única persona que puedes conocer mejor es a ti. Y a veces, ni eso. A veces ni te conoces tanto como crees. Imagina poder conocer o creer conocer lo suficiente a alguien más.
Las personas de a pie no tenemos que lidiar con el peso de romper muchos sueños, pero los famosos de hoy sí.
Ya no solo tienes que ser quien escribe aquellas obras maestras, además debes ser una persona pura. Tu persona y tu personaje deben estar a la altura, ¿es el coste de la fama?