La humanidad será un lujo

Estefanía Mbá

En esta noche en vela, tengo la sensación de que los seres de hoy nos creemos muy avanzados, pero que un día nos despertaremos y nos daremos cuenta de que nada es del todo tan nuevo y entenderemos mejor porqué ciertas cosas se pensaron y se hicieron como se pensaron y se hicieron en el pasado.

Es más, ¿qué tan avanzados podemos considerarnos si seguimos analizando muchas cosas al margen de su contexto?

En ocasiones, me pongo a pensar en los acontecimientos que tienen lugar a mi alrededor y en aquellos que me saben demasiado lejanos. Y, normalmente, llego a dos conclusiones: la primera es que el mundo es cíclico y la segunda es que los humanos tenemos particularidades, pero no somos tan diferentes como pensamos.

Estamos acostumbrados a juzgar el pasado y lo lejano con los ojos de nuestro presente y nuestro punto focal cómodos, pero me atrevería a decir que en condiciones similares, nosotros, los de hoy y los de aquí actuaríamos del modo en que lo hicieron nuestros antepasados.

Y ni siquiera hace falta ir tan lejos, lo más probable es que si nuestras circunstancias fueran las del vecino, si nuestra infancia hubiera sido como la que tuvo el vecino, si nuestro contexto fuera el contexto del vecino… no seríamos como el vecino, nosotros seríamos el vecino.

Según el juicio común hemos dado pasos gigantescos. No seré yo quien diga lo contrario, pues estoy más de acuerdo que en contra. Pero pienso que en algún momento volveremos a los mismos puntos, a las mismas necesidades, a las mismas conclusiones. Tal vez lo estamos haciendo y ni siquiera queremos darnos cuenta.

Por poner un ejemplo, en su día la tecnología se nos vendió como lo máximo. Otra vez, no seré yo quien diga lo contrario. Sin embargo, siento que con tanta hiperconectividad lo que acabaremos anhelando y apreciando es la desconexión, el tacto, la presencia física.

Por desgracia carezco de los recursos para hacer estudios a gran escala (aunque hay algunos), pero siempre me fijo en mis propias reacciones y las de mi entorno próximo para hacer experimentos y sacar algunas conclusiones que, claro, por subjetivas no pueden ni pretenden ser verdad absoluta.

Noto que a mi alrededor la gente aprecia cada vez más que quien te contesta al otro lado del teléfono sea otro ser humano y no un robot, a pesar de que los humanos cometen muchos errores y no son tan rentables para las empresas, todo sea dicho.

Lo que voy a decir a continuación no me beneficia, pues junto letras y me interesa que compres mis ebooks, pero aunque empecé a disfrutar de la lectura online, he llegado a un punto en que vuelvo a comprar muchos libros físicos pese a ser más costosos, todo porque el exceso de tiempo pegada a una pantalla me satura.

Me atrevería a decir que habrá gente dispuesta a pagar más para ser atendida por seres humanos en un futuro. O por procesos y atención menos robóticos. Aunque la sociedad futura será tecnológica, la humanidad será uno de los lujos del futuro. Ya me imagino el eslogan: "Aquí atienden humanos". "Humanidad, el nuevo lujo".

Un día me dijeron que parte de ser profesional era incompatible con la empatía. Eso me hizo buscar de manera consciente empresas donde esas dos cosas fueran compatibles. Las hay. Es verdad que cada empresa tiene sus protocolos y cosas, lo entiendo, no es personal. Pero me niego a ser un robot mientras aún pueda decidir. Y mañana, quién sabe mañana. La gente hace cosas extrañas por tener un pan que llevarse a la boca y al fin y al cabo soy persona.

Puede ser que yo sea demasiado rara y que esté rodeada de otros bichos raros. No lo sé. De momento, dejaré estos pensamientos por aquí, mientras aún pueda, ya que dicen, los robots nos sustituirán a las escritoras.

Aquí entre nosotras..., considero que lo que es para el humano hay que dejárselo al ser humano y lo que es para el robot dejárselo al robot. ¿Y qué es para cada cual? Esa, esa es una conversación para otra noche en vela.