La tranquilidad de que llegarás

Estefanía Mbá

¿Te has preguntado alguna vez qué se te escapa a ti, pero que saben las personas que ya están donde tú quieres llegar?

¿Has sentido que al buscar sus testimonios, casi el discurso o los consejos son los mismos en todos los casos? Es más, tras observar lo anterior, ¿no has llegado a pensar que tal vez hay algo que no nos están contando?

No sé si será tu caso, pero algunas de mis noches en vela he llegado a sospechar que hay algo que no nos cuentan. Bueno, lo sospechaba, hasta que empecé a analizar mi propia persona y mi vida, y a ver esos indicios en mí misma, ¿o debería decir realidades?

Creer en una misma.

Es increíble lo mucho que se habla de la fuerza y el poder de creer en ti. Incluso, cuando el resto duda. Pero la verdad es que la convicción funciona porque te motiva a tomar acción. Y para ver resultados, tomar acción centrada en lo que quieres es algo esencial.

La fe en ti, te hace no abandonar a la primera. Porque si bien nada cae del cielo, o pocas cosas lo hacen, creer te hace intentarlo más de una vez.

¿Qué, si no, te haría intentarlo sin desfallecer en el proceso? Y tal vez este sea el secreto a voces que siempre andamos buscamos.

La probabilidad te acompaña.

Si lo intentas más de una vez, la probabilidad se pone de tu lado. La posibilidad de acertar en la diana, por lo menos en una ocasión, se incrementa. Y es que acertar una vez es suficiente cuando logras tu cometido, porque al final es lo que importa.

Lo más curioso es que si aciertas una vez, acertar otras veces empieza a ser menos complicado o más llevadero, porque de algún modo, ya sabes cuáles son los principios que funcionan. Principios que son casi comunes en todos los procesos.

Cuando echo la vista atrás me doy cuenta de que siempre que he logrado algo ha sido porque primero he tenido fe en mí misma, la convicción inexplicable, a veces, de que lo podía lograr y de que iba a pasar.

Segundo, ha sido porque mi actitud era activa y tomaba las acciones necesarias para llegar a mi objetivo. Como quien dice: "A Dios rogando y con el mazo dando".

Tercero, porque tenía la predisposición de intentar las veces que hicieran falta y lo intentaba las veces que hicieran falta. A menudo, manteniendo el objetivo, pero cambiando o ajustando el plan de acción en el camino. Tras verificar qué actos me acercaban a la meta y cuáles me alejaban de la misma. Porque la acción que no se reflexiona puede ser igual de mala que la inactividad.

La tranquilidad de saber que llegarás es una fuerza que te vuelve imparable.

La fe en ti es una de las mayores conquistas, como persona, como escritora.