Las mentiras tienen patas cortas
Estefanía Mbá
En esta noche en vela, me he acordado de una serie que vi sobre un joven mentiroso compulsivo. El chico mentía acerca de todo como no te podrías imaginar, incluso sobre cosas insignificantes.
El tema es que un día se le ocurre mentir sobre una enfermedad que no tiene, para así conseguir una baja laboral por enfermedad o hacer el tonto un buen rato en el curro. Para su sorpresa, cuando por fin recibe los resultados de las pruebas que se había hecho para ver si padecía un mal que él ya sabía que no padecía, va su médico y le diagnostica cáncer.
La ironía de este caso es que su médico tampoco es una persona con la cabeza en su sitio, así que anda repartiendo diagnósticos erróneos por doquier, como el que le da al joven en cuestión. Como seguro intuyes, la noticia de su no enfermedad que al final es enfermedad le cae como un jarrón de agua fría.
Se extiende la noticia.
Fuere como fuere, la cuestión es que este joven al final comunica tal noticia a las personas de su entorno. De repente, su novia que ya había roto con él decide que ya no van a romper. Sus padres, de quienes se había distanciado, deciden cambiar su actitud y acercarse más a él.
En lugar de despedirle del trabajo como estaba previsto, su jefe decide mantenerlo en la plantilla y, además, sus compañeros de trabajo empiezan a ser más amables con él. Incluso, él es quien tiene que consolar a su mejor amigo de lo afectado que parece estar por la noticia (y aquí te avanzo que este supuesto amigo está casado y se acuesta con su novia, aunque él no lo sabe todavía).
Al ver las cosas buenas que su enfermedad repentina estaba trayendo, hace un ejercicio de conciencia y decide cambiar de actitud, decide ser más sincero.
Eso no dura mucho, toda la ilusión estalla y se viene abajo cuando recibe la visita de su médico y éste le informa acerca del error de diagnóstico cometido. Como es obvio, el muchacho se nos enfada y amenaza con tomar medidas legales por el mal trago que le han hecho pasar creyendo que se estaba muriendo.
¿Decir la verdad o no?
Saber que no se está muriendo no solo le alegra, también trae el dilema de si contar o no la verdad a los de su entorno. De hecho, al principio lo intenta. Pero dados los beneficios que padecer la enfermedad le estaba reportando, finalmente decide seguir callado. Y tanto que llega a ser la cara de la campaña de la empresa de seguros para la que estaba trabajando.
¿Ya has juzgado al muchacho?
Hasta aquí empezaría cualquiera a pensar lo peor de él. Pero, en verdad no estaba muy equivocado al pensar que solo recibía toda esa atención y ese buen trato por la enfermedad. De hecho, como adelanté, su novia se lo montaba con su mejor amigo y solo seguía con él porque pensaba que estaba enfermo.
En la misma escena en la que se entera de ese affaire, su mejor amigo tiene un accidente que lo deja inconsciente en el patio de su casa, aunque él piensa que está muerto.
Así que, en lugar de acudir a la policía, nuestro joven llama a su médico para deshacerse del cuerpo y le pide que no desvele la verdad sobre su falsa enfermedad. A cambio, él no tomaría acción legal alguna y el doctor podría seguir matando sanos.
Ese hecho es el que mantiene a ambos durante capítulos y capítulos tapando la mentira inicial con otras mentiras grandes y pequeñas.
Conforme avanza la serie, como espectadora te das cuenta de lo desgastante que resulta intentar vivir manteniendo de forma constante, no solo una sino varias mentiras. Llega un punto en el que, en lugar de vivir, este chico solo tiene que estar buscando cómo cubrir cada parche de sus mentiras, para que no salte todo por los aires.
Las mentiras tienen patas cortas, reza el dicho. Pero si observas bien, verás que la honestidad tampoco te trae muchos amigos. No vende tanto como la mentira, como disfrazar o tunear un poco la verdad.
Ahora bien, ¿cuánto vale la pena lo que se obtiene con mentiras? He llegado a la conclusión de que la honestidad quizás no hará que te ganes la simpatía de todos, pero sí te hará ganar la simpatía de la gente correcta.
Pensemos un poco.
Volviendo al asunto de nuestro protagonista: ¿De qué te sirve tener una novia que te engaña con tu mejor amigo, pero finge que te ama por una mentira que has montado?
Y así con todos los que conforman su entorno, como sus padres que solo empiezan a acercarse a él porque piensan que se está muriendo. O sus compis de curro que antes ni se sabían su nombre, pero como creen que se muere incluso le invitan a fiestas.
Hasta donde llega ahora la serie, lo que se ve claro es que él volvería a ser indiferente para la mayoría de esas personas si descubrieran la verdad. Igual siendo honesto no tendría la simpatía de todos, pero al menos quienes le siguieran queriendo lo harían por su verdadero yo.
Lo harían aceptando sus defectos y virtudes. Él sería un poco más libre. Viviría más (tal vez mejor) de lo que vive intentando mantener las mentiras para conservar la ilusión que se han creado de él.