No agradezcas de esta forma

Estefanía Mbá

Si vienes leyendo este boletín blog ya sabrás que he escrito alguna vez sobre la importancia de agradecer y ser agradecidas. Pero en esta noche en vela quiero tratar sobre cuándo no agradecer. O mejor aún, de qué forma no agradecer los favores.

Empezaré hablando del tipo de favores que no hay que agradecer como los favores que esclavizan.

¿Sentiste alguna vez que después de que alguien te ayudara, luego pretendió que hicieras algo que no querías hacer y solo para mostrar tu agradecimiento?

Si tienes que agradecer haciendo algo con lo que tu ser no está de acuerdo o que no se ajusta a tus valores, posiblemente estés cayendo en una manipulación o chantaje. O algo similar. 

No merece la pena.

Cuando hablo de esto ni siquiera tienes que pensar que me refiero a casos muy extremos.

Es tan sencillo como imaginar a ese padre o esa madre que te ha criado y, que por haberlo hecho, dice que debes estudiar lo que él o ella quiere y trabajar de lo que a él o a ella le apetece.

O que debes escoger la pareja que prefiera para ti. Si ha hecho tanto por ti, ¿para qué ibas a decepcionar?

Y no, no hablo de un consejo por su experiencia vital, aunque la línea entre el consejo y lo anterior a veces no queda clara.

Confío en que cuando es lo uno o lo otro, de alguna forma el cuerpo lo nota. Pero bueno, cuando no queda más remedio, hay que estar dispuestas a decepcionar a ciertas personas y vivir un poco en armonía con nuestra esencia, con nuestro ser. Acordes con nuestros valores y ser simplemente, libres, aunque sea un poco. 

Si agradecer supone hipotecar tu futuro, tu libertad, tu ser, tu vida, a lo mejor sí deberías atreverte a desagradecer un poco más. Ningún favor que te esclaviza merece tanto ni es tan bueno como pueda parecer. Así que no agradezcas. No de esa forma.