Tienes derecho a cambiar

Estefanía Mbá

En esta noche en vela, quiero hablar del cambio, ese que no suele ser cómodo para las personas.

De hecho, yo diría que muchos de nuestros problemas suelen deberse al hecho de no querer cambiar, el miedo a cambiar demasiado y, cómo no, el miedo a los resultados imprevisibles que pueda traernos dicho cambio. Pero ¿será para tanto el cambio? Posiblemente sí y posiblemente no.

Se habla y se escribe mucho sobre el cambio.

Algunos filósofos creían que teorizar sobre el cambio era algo necesario y dejaron muchos volúmenes sobre el tema. Heráclito en su día dijo: «Todo fluye, todo está en movimiento y nada dura eternamente. Por eso no podemos descender dos veces al mismo río, pues cuando desciendo al río por segunda vez, ni el río ni yo somos los mismos».

En su momento, Aristóteles alegaría que todo cambia y es la sustancia lo que permanece. Esto nos ha llegado como "la esencia permanece".

Pero no solo los filósofos han hablado del cambio, muchos escritores hoy en día tratan este tema. Me gusta la definición de cambio que hace Risto en su obra Diccionario de la cosas que no supe explicarte: movimiento que no supimos ver entre un antes y un después.

Bueno, nuestros científicos tampoco dejan de hacer experimentos e investigaciones acerca del tema. Y qué decir de esa gente que se especializa en motivarnos a cambiar, porque cambiar puede ser no solo inevitable sino tan oportuno como difícil.

¿Por qué nos preocupa cambiar?

A menudo, nos juzgamos con mucha dureza o juzgamos a los demás con severidad, cuando pensamos que han cambiado o ya no son los mismos.

Nos condenamos a vivir en un papel, personaje o etiqueta que pensamos que nos define. Y nos negamos la libertad de experimentar algo fuera de ese rol que nos hemos autoimpuesto.

Quizás pensamos que con un cambio traicionamos a nuestro "yo", aquello que creemos que somos, que creemos que deberíamos ser o nos hemos formado sobre nuestra persona. Pero ¿todo cambio es malo?

¿Qué podría pasar si cambias?

Hay cambios que son necesarios y que no tienen porqué ser negativos.

¿Cuánto daño nos podría hacer relajarnos conscientemente y reducir aquellas limitaciones que el miedo a cambiar y el miedo a las críticas por cambiar nos imponen?

No tiene que ser algo que no supimos ver, también puede ser algo que provoquemos con intención.

Como empezar a sustituir algunos "yo nunca" por "yo quizás", los "yo soy" por "yo también podría ser", decidir que los "tal vez" empiecen a ser reales, sobre todo, sin pensar que te traicionas por ello o que traicionas a aquellos que esperan que no cambies.

¿Cuánto daño podría hacerte ignorar el qué dirán?

Tienes derecho a cambiar.

Lo pienso y es que, quizás sea que todo cambia y todo permanece. Pero sea lo que sea, pienso que tenemos derecho a ser esto o lo otro, a ser esto y probar lo otro, a ser todo y a ser nada.

Quiero decir, tenemos derecho a cambiar sin morir en el intento.

Y, como todo derecho, también es nuestra responsabilidad asumir que nuestro cambio puede no gustar a todos. Es más, no tiene por qué gustar a todo el mundo.