Ya respirando Madrid

Estefanía Mbá

En esta noche en vela, por fin puedo hablar de mi mudanza de casa y de ciudad. Me he movido a Madrid y quienes me conocen bien saben que lo de vivir en grandes ciudades nunca ha sido una de mis grandes ilusiones.

Ya había estado aquí antes de visita, pero esta vez todo me sabe diferente. Vivir y visitar difieren. Y es lógico porque intervienen distintos factores.

En esta ciudad me parece todo nuevo, pero me está gustando (contra todo pronóstico) la experiencia de redescubrir Madrid. Sobre todo, las personas que he conocido en el poco tiempo que llevo aquí. Paseo por calles con otros nombres. Respiro otro aire.

Tengo un nuevo curro, es temporal pero es algo. Y, sin ningún esfuerzo, sin grandes planes ni pretensiones, también he hecho nuevos amigos. Cuando visitaba Madrid no me parecía acogedora la gente aquí, pero ahora que resido en esta ciudad tengo que decir que me rectifico.

Una mano ayudadora.

Desde mi primer día en esta ciudad casi todos me han tendido una mano. Me siento acompañada a pesar de mi nueva realidad. Un poco como en casa, and against all odds, como dirían los anglosajones. Soy afortunada y me siento agradecida.

La vida siempre se encarga de poner una mano ayudadora en mi camino y de acercarme a personas que me aprecian desde el primer día como si me conocieran de toda la vida.

Y es que, que falte de todo menos alguien que sepa querernos. Las cosas podrían ser de otra manera, un poco peor, pero son mejores de lo que pensaba y esperaba.

Mi jornada laboral.

Ayer tuve una jornada laboral intensa, pero la acabé con mucha energía. Me tocó trabajar con compis muy alegres, buena gente.

Mi estado de ánimo era el óptimo durante y después del curro. Creo que es normal que pase cuando trabajas con gente que canta para hacer el trabajo ameno. O la vida.

Cuando me encuentro con este tipo de personas, me pregunto porqué la seriedad se confunde a menudo con amargura, por qué el resto se empeña en amargarse la existencia y, de paso, amargársela a los otros. La vida me parece sencilla, a pesar de su complejidad.

También he escrito.

Me preocupaba no escribir lo suficiente o no escribir mientras ando en este modo de trabajo intenso y encontrar sitio a cada cosa, donde cuento los días que pasan, aunque esos días cuentan. Pero sin darme cuenta, incluso me han salido un par de poemas y me he sentido inspirada estos días.

Me vendría bien juntarme más con gente que le cante a la vida. Gente que me pregunte qué canciones me gustan y que esté dispuesta a cantarlas, para hacer más llevadero un momento extenuante, para hacer más amena la vida, que son dos días o quizás menos.

Queremos ser felices.

Estoy amando Madrid. Me sorprende decirlo, pero me siento feliz aquí. Me gustan las personas que estoy conociendo y cómo me estoy volviendo a conocer aquí, en esta nueva etapa.

En el fondo, creo que todos compartimos las ganas de querer mejorar nuestras vidas. Todos queremos ser felices sin mucho drama.

No sé qué pasará en los próximos días o meses, pero le agradezco a la vida por ponerme donde estoy ahora. Tiene su parte dura, no es un camino de rosas, pero es un proceso que me está haciendo consciente de muchas cosas y muchas luchas.

Sé que sé menos de lo que creía saber, pero lo bueno es que estoy abierta a las enseñanzas de la vida.

Estoy abierta a seguir aprendiendo y explorar otros universos, y conocer más el propio. Cuando nos mudamos no siempre es de casa o de ciudad, se mueven muchas cosas adentro también.